En el último trimestre del 2020 entró en vigor la Norma Oficial Mexicana NOM-35 de factores de riesgo psicosocial en el trabajo con lo que, durante este año, deberá promoverse y vigilar su correcta implementación, así como la toma de conciencia respecto a los temas que regula.
Hubo a quienes les pareció una medida exagerada pero lo cierto es que no hay nada más alejado de esa idea. El estrés tiene un peso no solo anímico y social sino también económico.
Según cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), entre los accidentes laborales y el estrés, la depresión y ansiedad que pueden generar el trabajo se pierde cada año hasta el 4% del Producto Interno Bruto (PIB) global. Además, reconoce el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el 75% de los mexicanos padece fatiga por estrés relacionado con su labor diaria.
El panorama anterior, resultado de décadas de inatención, hizo necesario el desarrollo y aprobación de la NOM-35 como principal medida para, finalmente, enfocarse en la raíz del problema y no solo tratar los síntomas. Por ejemplo:
En el año 2009 el IMSS otorgó incapacidades laborales por estrés ─tanto temporales como permanentes─ a 27 personas, en una década, es decir, en 2019, la cifra aumentó a 43.
Y esos fueron únicamente los casos registrados y con un resultado satisfactorio para quien solicitó la incapacidad. Es muy posible, si se hiciera una encuesta sobre las personas que sienten algún trastorno en el ánimo, pero no buscan ayuda para ello, que la cifra fuera mucho mayor.
Ser empáticos
Un aspecto importante ante el panorama del estrés laboral y la aplicación de la NOM-35 es que va más allá del simple cumplimiento de indicadores para no tener problemas en las revisiones que haría la Secretaría de Trabajo y Previsión Social (STPS). Se trata de la salud de los colaboradores quienes son, en efecto, los que mantienen la buena salud de la compañía en su conjunto.
Según la norma, dependiendo de la cantidad de trabajadores son los requisitos que cumplir y acciones a realizar. Los niveles marcados son tres: centros de trabajo de hasta 15 trabajadores, de entre 16 y 50, y los que tienen más de 50 personas laborando. Una de las directrices que marca la NOM-35 para los tres niveles es la siguiente:
“Establecer, implantar, mantener y difundir en el centro de trabajo una política de prevención de riesgos psicosociales que contemple: la prevención de los factores de riesgo psicosocial; la prevención de la violencia laboral y la promoción de un entorno organizacional favorable”.
Sin embargo, ¿ cómo se puede realmente cumplir con esto si los coordinadores de área son los que ejercen la violencia laboral?
Ahora, más que nunca, es necesario ver el cumplimiento real y efectivo de la NOM-35 como una práctica corporativa fundamental que ayudará a mantener no solo un buen ambiente sino un buen crecimiento y excelentes finanzas.
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