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Psicópatas e invictos

POR XULIO GUILLÉN


La dinámica de negocios actual celebra los rasgos psicopáticos en el líder de una empresa. La ciencia del mal denota que no tener escrúpulos tiene hoy cierto encanto y grandiosidad, lo que reconfigura la personalidad y enfatiza trastornos mentales asociados con la insensibilidad afectiva, la carencia de empatía y la falta de autocontrol.





Considerarse tiburón, monstruo para los negocios no decanta en carácter, ingenio y éxito. De hecho, adoptar una actitud altiva para abrirse camino en lo profesional puede repercutir negativamente en la personalidad y en las relaciones de un individuo. Dicha conducta suele condicionarse, según la economía del comportamiento, al dinero, al poder y a la percepción de prestigio, factores que distorsionan la moralidad.



«Constantemente se confunden los rasgos psicopáticos con habilidades idóneas para los negocios. Una exacerbada autoestima se toma como confianza en sí mismo, la manipulación como buen liderazgo y el afecto superficial como empatía con el otro, por mencionar algunos factores de trastorno que son bien vistos en la sociedad moderna», señaló Jon Ronson, autor de ¿Es usted un psicópata? (2017).


«El capitalismo, en su forma más implacable, es una manifestación física de la psicopatía. Esto favorece el desarrollo de psicópatas corporativos.» De acuerdo a estudios de la Asociación Americana de Psicología, el 1% de la población mundial es psicópata. Un número que, de acuerdo a Kevin Dutton, autor de La sabiduría de los psicópatas (2012) y La guía del éxito del buen psicópata (2014), se eleva a 4% si se acota al universo empresarial.


Hay profesiones en las que se detecta un mayor número de trastornos mentales a partir de los principios que definen a un psicópata corporativo, como la actitud al fracaso, la falta de emociones en las decisiones, la personalidad analítica y la adaptabilidad. Pero por encima de las profesiones, destacan los rangos directivos de todos los ámbitos.


1. Directivos (CEOs)

2. Abogados

3. Figuras públicas

4. Agentes de ventas

5. Cirujanos

6. Periodistas

7. Policías

8. Clérigos

9. Chefs

10. Funcionarios públicos


De acuerdo al doctor canadiense Robert Hare —autor de Sin conciencia (2017)—, la psicopatía es directamente proporcional a las tendencias narcisistas del ser humano, mismas que subyacen a las habilidades del liderazgo, por lo que es mucho más fácil encontrar un psicópata en la cúspide de una empresa, que en su base.


Catalogados como cretinos por la opinión pública, a estas figuras de éxito y poder a menudo

se les asocia con modelos aspiracionales, dado los resultados que ofrecen y los logros que ostentan. Así, ser arrogante y autoritario se encumbra como un ideal de liderazgo reactivo, pero efectivo.


TODOS SOMOS MONSTRUOS

Se habla mucho sobre el mal y, sin embargo, no se ahonda realmente en su significado, solo en su representación… una arquetípica, cabe señalar. Términos como villano, tramposo, malvado, mentiroso, ladrón, asesino, psicópata y despiadado se emplean para dimensionar —a través del prejuicio y del estereotipo— las acciones de personas de las cuales no se conoce su psicología a fondo. «Usualmente vemos los resultados de un comportamiento y nos es fácil juzgar a partir de ello.


Y cuando se trata de complejidades en una personalidad solo entendemos —y justificamos— lo propio», dijo Julia Shaw, psicóloga germano-canadiense y divulgadora científica, autora de Evil. Muchas de las cosas que se asocian con la maldad pasan con mayor frecuencia desapercibidas en la cotidianidad. No hay risas macabras, ni miradas furtivas, mucho menos reacciones caricaturizadas de venganza.


Lo que sí hay son narcisistas, maquiavélicos y sadistas ocultos a plena vista, todos en una escala subclínica sin diagnosticar, pero que cumplen con criterios que los hacen propensos a ser psicópatas.


«Una mala cultura pavimenta el camino a las malas prácticas. La superioridad se inculca y se

refleja en la relación con las figuras de autoridad, en la vida personal y en la profesional. El clasismo es otro indicio, algo que padecen muchos países en desarrollo», dijo Hareem Melanie Maeba, presidenta de la ICEF México, con especialidad en crisis empresariales.


«Sentirte mejor que los demás tiene que ver con los valores que te enseñan en casa y con la aprobación de la sociedad en la que te desenvuelves.» Muchas de las cosas que se denominan «malignas» se rigen por idiosincrasia, cultura y aprendizaje en el seno familiar; incluso muchas son vistas con naturalidad en ámbitos como la neurociencia, donde se ha determinado que el estrés emocional en la infancia precipita la sobremaduración de algunas regiones cerebrales y dificulta la gestión de las emociones.


Exámenes de imagenología demuestran que en los cerebros de psicópatas hay fallas en actividades neuronales cuando se trata de toma de decisiones solidarias, sacrifico y empatía. De acuerdo a un estudio publicado por la revista científica Psychological Medicine,


es en las regiones del lóbulo temporal y en el frontal donde se evidencia una aparente atrofia de la sustancia gris, que significa déficit vinculado a la impulsividad y trastornos en la regulación de la conducta.


EL MEXICANO VIOLENTO


En México, las personas aceptan un orden jerárquico con desigualdades inherentes, y para los subordinados en empresas, se espera que se les diga qué hacer; el jefe ideal es un autócrata benevolente y el carácter agresivo es visto como vehemencia, de acuerdo al psicólogo alemán Geert Hofstede. En este estudio, basado en la teoría de las dimensiones culturales de Hofstede, se analizan seis factores: distancia al poder, individualismo vs. colectivismo, masculinidad vs. feminidad, incertidumbre, indulgencia y orientación a largo plazo.


Los parámetros sintomáticos en materia de trastornos pueden verse en el individualismo vs. colectivismo, con un puntaje de 30% que evidencia que las relaciones entre empleadores y empleados en México se perciben en términos morales, la gestión es la gestión de grupos, y las decisiones de contratación y promoción tienen en cuenta el trabajo colectivo.


En el apartado de masculinidad, México rebasa la media, con un puntaje de 69%, por lo tanto, se habla de una sociedad masculina, centrada en la competencia y el rendimiento, donde las personas «viven para trabajar» y se espera que los líderes sean decisivos y firmes. Y en el caso de la indulgencia, con 97%, denota una cultura en la que hay alta permisibilidad, y se hace lo que se quiere encontrando siempre una justificación a las acciones del otro.


«Hay culturas en las que se acepta la desigualdad de poder, como en México, y a diferencia de otros países donde todos se ven iguales, aquí está normalizado obedecer a los más poderosos sin cuestionarles nada. Eso repercute también a los que están arriba, pues los aísla. Entre más grande la brecha de la «distancia al poder», mayor soledad genera en los líderes y más propensos a desarrollar un trastorno de personalidad», recalcó Hareem, coach empresarial en Alemania, Suecia, España, Inglaterra, México, Canadá.

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