Cada vez más se toma conciencia de que el autocuidado no solo implica cuestiones de salud física sino también emocional.
Ignacio Torres |
Con la entrada en vigor de la NOM-35 que regula los riesgos psicosociales en el ambiente laboral, y la modificación a la Ley Federal del Trabajo en materia de home office, cada vez son más las herramientas disponibles para cumplir con aquello de que el trabajo sea un medio de vida y no la vida en sí.
La abrupta interrupción de la “normalidad” como se conocía, supuso un duro golpe al ánimo en general. La rutina común de salir al trabajo, pasar la jornada y regresar a casa, se transformó de la noche a la mañana y, en muchos ámbitos, pasó a desarrollarse en un mismo espacio: la casa.
Ante esta nueva “normalidad” de movilidad limitada y en la que un esquema laboral mixto entre presencial y a distancia, al menos, es una realidad que no cambiará en el corto plazo, se hace necesario tomar conciencia de los retos que tiene el desarrollar la jornada de trabajo en un mismo lugar y sin mayor interacción interpersonal.
Lo anterior hace necesario enfocarse en algunos aspectos que, de manera común, afectan el ánimo general de quienes siguen laborando, o empezarán a hacerlo, desde casa principalmente. Tomar conciencia de ellos permite atender estos nuevos retos cotidianos. Para hacerles frente es necesaria la autogestión para abonar al autocuidado.
Sensación de soledad
Sin duda que de lo primero que empezó a extrañarse fue a los compañeros de trabajo. Las pequeñas pausas en la jornada diaria para ir por café o coincidir en los pasillos, eran parte fundamental de la dinámica diaria. ¿Qué hacer ahora que esto no es posible?
La respuesta a lo anterior es digitalizar el pasillo, es decir, utilizar las herramientas de comunicación para mantener las interacciones. Por ejemplo, se puede hacer un canal de mensajería en el que sea posible comentar no solo lo referente al trabajo sino otros temas como hobbies, noticias actuales o platillos favoritos.
Poner límite
El hecho de no tener espacios separados para la vida doméstica y la laboral, hizo que también se desdibujaran los límites en cuanto al tiempo a dedicar a una y a otra. Si se está todo el tiempo en casa a veces es complicado dejar de trabajar puesto que se tiene a la computadora enfrente todo el tiempo.
Para evitar descuidar el tiempo personal y convertirse en un workaholic sin remedio, es básico crear una rutina diaria y mantenerla. Así como hace unos meses se tenía una hora definida para levantarse y llegar a tiempo a la oficina, ahora es conveniente marcar pautas temporales para iniciar, descansar durante el día y hacer un poco de ejercicio, respetar la hora de comida y, por supuesto, el horario para cerrar la computadora hasta el día siguiente.
Cuidar estos dos aspectos permitirá tener una jornada laboral mucho más disfrutable, ya sea presencial o a distancia.
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