POR ALFONSO URREA MARTIN
Cuando me preguntan de dónde saco el tiempo para dirigir una empresa, dar conferencias y asesorías, escribir libros y participar en otros consejos, la respuesta es sencilla y compleja a la vez. No soy de esos jefes que están encima de su equipo, por el contrario, creo en ellos, confío en su capacidad y responsabilidad.
Para lograrlo es necesario desarrollar las siguientes capacidades o habilidades directivas.
1. Saber seleccionar a los mejores individuos; habilidad que solo se desarrolla con la experiencia que te dan los años, para evitar creer en aquellos que se venden bien, pero que en realidad no saben dirigir, ejecutar o son deshonestos.
2. Soñar, contagiar, orquestar y delegar. Poder imaginar el futuro y venderlo a los demás; crear una visión de futuro compartida en donde a todos les vaya bien, «para que nos vaya bien, nos debe ir bien a todos». Hay que saber definir con el equipo directivo la visión y el propósito de la compañía, la propuesta de valor a nuestros clientes, las ventajas competitivas con las que nos vamos a diferenciar, las capacidades organizacionales que debemos desarrollar y generar mapas visuales para guiar los esfuerzos de todos.
3. Ser capaz de implementar lo planeado, para lo cual se requiere desarrollar los mejores sistemas de trabajo para que la colaboración y la coordinación entre equipos sea ágil, constructiva y productiva, y agendar reuniones de seguimiento periódicas para asegurar la ejecución de la estrategia. Este proceso se logra si somos capaces de seleccionar a las mejores personas, crear una cultura y un ambiente de alta confianza para que puedan jugar en equipo.
4. Fortalecer la disciplina y los principios haciendo el bien, son vías que permiten crecer permanentemente. Hacer las cosas con integridad y honestidad, pensando en el bien común y en el largo plazo. Aunque sea un camino más largo, con el tiempo paga.
5. Desarrollar la templanza y la resiliencia para dirigir en las 2 etapas de las organizaciones; la de construcción; donde todo resulta muy agradable y satisfactorio, y predominan la creación y el desarrollo. Y las etapas de destrucción; dónde la presión y la toma de decisiones se tornan desgastantes, hay que hacer recortes de Alfonso Urrea Martin CEO Grupo Urrea División Herramientas Autor del Libro «Vivir, Trabajar y Crecer en familia» personal, de sueldos o cerrar unidades de negocios. Un problema común es que todos los directivos son capaces de dirigir en las etapas de construcción, pero pocos están dispuestos a los sacrificios que requieren las de destrucción.
6. Automotivarse sin necesidad de reconocimiento o estímulo externo; aprender a gestionar todos los intereses de una empresa requiere de una actitud positiva y transparente. Cuando uno hace las cosas bien, se obtiene una recompensa íntima más poderosa que cualquier estímulo externo. Si tú te sientes feliz, contagias felicidad y eso se percibe en el ambiente, tus colaboradores se sienten bien y se convierte en un impulso que beneficia a todos. Alcanzar la felicidad sin usar atajos libera emociones que permanecen en el espíritu; eso mismo sucede con las empresas que anteponen la sustentabilidad, en lugar del beneficio inmediato, cuyo crecimiento resulta sólido a largo plazo.
7. Tener la humildad para contar con tutores o mentores; a veces pensamos que con la edad uno va adquiriendo conocimientos y experiencias suficientes para no necesitar de guías, es un error. Siempre es importante tener alguien que te aconseje, te corrija, sugiera o te escuche.
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