POR Maira Ivonne Zuñiga Rivas
El desarrollo de la industria comenzó a aparecer de manera incipiente en la década de los setentas, al aprovechar las empresas Transnacionales (ETNs), las ventajas de producir algún tipo de bienes en algún país en base a menores costos y, una vez avanzado el proceso de producción, trasladar el producto terminado a otro país, donde es finalmente terminado,
y a partir de ahí, comercializado de manera global.
En México, este tipo de producción se dio en una primera etapa aprovechando el esquema de empresas maquiladoras en la frontera norte del país, sobre todo a partir del fin de la Segunda guerra mundial, hasta evolucionar en un programa específico de apoyo a las cadenas globales de valor (CGV) en su producción compartida. Esta dinámica fue impulsada por el TLCAN, que entró en vigor en enero de 1994, aprovechando los bajos costos, sobre todo salariales.
Ahora es llamado T–MEC. En este contexto, es de notar que, sobre todo a raíz de la década de los sesenta del siglo pasado, la actividad industrial se ha expandido de manera notable en México. Las CGV surgieron como una tendencia de las ETNs, para buscar el abaratamiento
de costos, un proceso cada vez más desarrollado de la globalización industrial. En este contexto, los flujos internacionales de Inversión Extranjera Directa, IED, se han colocado
cada vez más en función de buscar esta segmentación exitosa de la producción, tratando de asegurar la rentabilidad de la inversión, considerando los gastos de instalación y elaboración globalizada de los bienes y servicios.
Es de notar que los sectores que han dado dinamismo en los últimos años a la economía mexicana, fueron contemplados en un esquema de largo plazo. Ahora bien, en el caso de América Latina, y en particular de México, es notoria la IED especialmente en manufacturas (CEPAL 2019). En nuestro país el monto total invertido es de $281,774 millones de dólares en el
período 1999–2019.
Las CGV las define el Banco Mundial como «Una cadena de valor mundial (CVM) divide el proceso de producción entre distintos países. Las empresas se especializan en una tarea específica y no elaboran todo el producto » (Banco Mundial 2020). En base a esto, México ha sido exitoso al incorporarse a estas tendencias mundiales en varios procesos de creación
de valor.
El crecimiento de la economía mundial se ha visto fuertemente afectado por la irrupción del Covid–19. Las estimaciones del pasado mes de abril del Fondo Monetario Internacional,
FMI, para el presente año de 2020 y 2021, son de una economía mundial con una caída espectacular, superior a la disminución provocada por el crack financiero de 2008. De hecho,
ya se menciona que esta crisis pudiera ser superior a la crisis de la gran depresión
del año 1929.
Así, se pronostica que la actividad económica mundial descenderá 3 por ciento este año, y remontará un 5.8 por ciento el próximo. Por su parte, se estima que EEUU caerá –5.9 por ciento este año, para recuperarse el 2021 con un crecimiento de 4.7. México; que ya venía de un declive desde el año pasado, acentuó esta tendencia un 6.6 por ciento este 2020, y se
espera recuperar con un 3.0 por ciento en este año 2021.
En particular, la caída manufacturera en los EEUU, derivada del cese de actividades, ha sido impactante en los grupos industriales de todo el mundo. Ahora bien, para el mes de abril del
presente año, el INEGI reportó que las exportaciones de productos manufacturados en abril de 2020 alcanzaron 20,310 millones de dólares, lo que representó un descenso de (–)41.9% a tasa anual. Las contracciones anuales más importantes se observaron en las exportaciones de productos automotrices (–79.1%), textiles, artículos de vestir e industria del cuero (–48%), de equipos y aparatos eléctricos y electrónicos (–25.5%), de equipo profesional y científico (–22.3%) y de maquinaria y equipo especial para industrias diversas (21.6%). A su vez, la disminución anual en las exportaciones de productos automotrices se derivó de reducciones de (–)80% en las ventas canalizadas a Estados Unidos y de (–)74.6% en las dirigidas a otros
mercados.
En estos momentos, el cierre de las empresas del sector en Estados Unidos y el resto del mundo afectó a las empresas instaladas en México llevándolas a instrumentar paros escalonados, pero hasta donde la información disponible nos permite comentar, no ha
habido despidos en masa. La OCDE señala por ejemplo que, el 14% de los puestos de trabajo que existen en la actualidad podrían desaparecer durante los próximos 15–20 años como consecuencia de la automatización, mientras que otro 32% están destinados a cambiar de una forma radical.
La reactivación económica debe hacerse con mucho cuidado, redefiniendo las medidas sanitarias que deben ser tomadas para evitar riesgos. Las sociedades deben estar preparadas ante estos retos; en especial, comencemos reconociendo que la economía mexicana enfrenta serios problemas.
Actualmente, la mano de obra en México es muy barata comparada con lo que se cobra en los EEUU, según las tendencias de la economía mundial, se requiere mano de obra cada vez
más y mejor calificada. Aquí se tiene otro gran reto, no solo por la necesidad de una logística de transporte más desarrollada en calidad y procedimientos, sino que sean seguras.
Los robos han ido en aumento en el país y la violencia en general no disminuye. La cuestión de la seguridad es trascendental.
La tendencia hacia costos de producción más bajos, también más limpios, es imperativa, en especial en lo que se refiere a la utilización y generación de energías limpias, como la energía
eléctrica, evitando el uso de combustóleo y carbón. México debe tomar sus propias providencias al respecto.
A este respecto, se deben revisar, actualizar y homogeneizar las Buenas prácticas Manufactureras, BPMs, sobre todo en los aspectos de sanidad en la nueva normalidad después del COVID–19, a efectos de garantizar el activo más importante de una sociedad,
que es el ser humano.
México tiene una posición geográfica privilegiada que ha sabido aprovechar económicamente, sobre todo en la industria. Las Cadenas Globales de Valor de estos sectores se han visto muy afectadas por la irrupción del COVID–19, pero es de remarcar que los desarrollos tecnológicos de estas industrias han elevado la competitividad de la economía mexicana, ubicándola a la par o por encima de otros países emergentes e incluso desarrollados.
Se deben aprovechar los Tratados de Libre Comercio firmados para continuar aprovechando los mercados logrados, a sabiendas de que se enfrentan serios retos como la transición
a la Industria 4.0, y al mismo tiempo la competencia de otros países y regiones. Para ser exitosos, nuestro país debe asegurar educación no solo de calidad, sino de excelencia, para lo cual debe incrementar a la brevedad su calidad en la educación.
Los retos que se tienen son muy grandes. La crisis del COVID–19 es uno más y habremos de acostumbrarnos a una nueva normalidad, al menos en el corto plazo, para lo cual la coordinación de esfuerzos con nuestros socios comerciales es fundamental.
Nuestro país puede y debe mejorar su competitividad, estimulando la llegada de más Inversión Extranjera Directa y dando seguridad a la misma, así como a la sociedad en su conjunto. El tiempo apremia.
Comentarios