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Indígenas vs Robots



El gran reto del futuro no es tecnológico, sino humano, es cómo reconciliarnos con nuestros pueblos indígenas, pues los necesitamos para alcanzar la trascendencia.


No se trata de quién es el mejor para el trabajo en el sector agrícola, si el hombre o la máquina, sino cómo la tecnología y el capital humano llevarán al campo a una dinámica smart sin incurrir en malas prácticas, bajo un protocolo que establezca orden a toda la cadena de suministro.


Hoy no estamos ni cerca de eso, pues hay factores que adolecen más allá de la conectividad y la accesibilidad a las tecnologías. Trabajo con 26 comunidades indígenas en el suroeste del país y tengo mas de 20 años de relación con sus líderes, por lo que puedo señalar una constante: ¿por qué pensamos que las comunidades indígenas son personas marginadas y necesitadas? ¿por qué siempre queremos ‘salvarlos’ de la pobreza?


Esa es nuestra percepción citadina, ergo, nuestro problema. Insistir en un rescate del campo no es transformar la forma de vida de los indígenas, ni imponerles la tecnología para que salgan de “la pobreza en la que viven”. Estas comunidades cuentan con un modelo de producción muy distinto al de nosotros, pero no por eso erróneo.


La gente de la ciudad señalamos en otros la crisis para no asumir la propia, que es más profunda, ligada a la falta de conocimiento e identidad; no sabemos quienes somos, ni europeos, ni norteamericanos, ni indígenas. Al menos ellos tienen clara su identidad y la defienden¿ qué tenemos nosotros? Persuadirlos sobre el futuro tecnológico con un discurso de modernidad es sólo otra forma de colonización, si antes no velamos por sus intereses.


La realidad es que nosotros necesitamos más a los indígenas, no al revés. El indígena conoce y sabe trabajar la tierra, y eso vale mucho, y lo que necesitan es que nadie les quite eso. Pero lamentablemente está sucediendo, están perdiendo experiencia y conocimiento, y todo por lo que les hemos impuesto como ‘innovación’.


Por ejemplo, antes se fertilizaba sin químicos, pero los hicimos cambiar por nuestra ansiedad de hacer negocio y no por mejorar sus prácticas. Una ayuda real sería enfocar esfuerzos tecnológicos en situaciones específicas: no hay tractores pequeños que puedan moverse en terrenos a desnivel al cosechar y eso es un área de oportunidad para los robots.


Otra es que se pierde mucho tiempo y esfuerzo bajando esa cosecha de cerros, con veredas peligrosas, y ahí es donde los drones pueden ser de ayuda. El principal problema no es el choque del humano con el robot ante esta modernización, es la desinformación. ¿Cómo evolucionar el campo si no lo conocemos? Y no sólo eso, tenemos que vivirlo y apropiarlo como parte de nuestra identidad, sólo así podremos hablar de futuro tecnológico en este ámbito.



AMADOR RAMIREZ LEYVA

Ingeniero agrónomo especialista en Economía Agrícola, por la Universidad Autónoma de Chapingo.


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