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Liderando el cambio desde el corazón

POR Paulina Marín


Comienza la carrera donde los líderes, tanto de startups, PYMES como de grandes corporaciones transnacionales corren hacia una misma meta: prepararse a ellos mismos y a sus equipos para la Cuarta Revolución Industrial en medio de una pandemia mundial.



La pregunta es: ¿Estamos listos para esta carrera? ¿Qué tanto nos hemos preparado para ella? Pero sobre todo: ¿Qué es aquello que marcará la diferencia entre los equipos y líderes para ganarla?


Estamos en una momento histórico «un Cisne Negro». Para aquellos que les resulta nuevo el termino, les explico que la teoría del cisne negro es una metáfora que, en el ámbito económico, describe aquellos sucesos que ocurren por sorpresa, que ningún analista ni estratega había previsto, ni tenido en cuenta porque eran improbables, pero al final suceden y terminan teniendo un gran impacto en el mundo, con repercusiones trascendentales.


El creador de esta teoría es el economista Nassim Nicholas Taleb, que la bautizó así porque, hasta la llegada de los primeros exploradores a Australia en el siglo XVII, en Europa se pensaba que todos los cisnes eran blancos. El descubrimiento de que existían este tipo de aves, pero ahora con plumas negras, fue algo que se consideraba altamente improbable, pero que sucedió y que cambió la percepción que había hasta ese momento.


El COVID-19, nuestro Cisne Negro, vino a revolucionar la manera en la que trabajábamos, porque ya estábamos estancados en cierto tipo de skills, operaciones y liderazgo. Era momento que algo de esta magnitud pusiera en tela de juicio la manera en la que dirigimos nuestras empresas.


Si analizamos los datos, nos damos cuenta que hoy en día tenemos una fuerza laboral totalmente agotada, con equipos sufriendo un «Burnout» que está generando grietas en los cimientos de nuestras empresas. Y es porque estamos con un liderazgo y una forma de operar de apaga fuegos. Nos la pasamos saltando de una crisis a otra, infligiendo miedos en nuestra comunicación y en los pasillos, evadiendo las amenazas, solo viendo los riesgos, dotando de una presión mal enfocada y todo bajo un sentido de URGENCIA. Estamos normalizando el ver a nuestros colegas y colaboradores corriendo durante todo el día, y por corriendo me refiero a trabajar fuera del horario laboral, entrando de sesión en sesión durante largas jornadas y todo eso está impulsado por ansiedad y angustia. Llevamos demasiado tiempo en modo supervivencia, donde nuestros cuerpos, mentes y corazones no están diseñados para estar en esa modalidad por periodos extensos. Debemos cambiar ese sentido de urgencia por uno que esté basado en la oportunidad, pasión y emoción. Que tengamos un sentido de urgencia que nos quiera hacer levantarnos todos los días y aprovechar la agenda, no sobrevivirla para regresar arrastrandonos a nuestros dormitorios.

Y esto lo podemos lograr si recapacitamos sobre cómo hacemos nuestras planeaciones estratégicas, porque generalmente son pura mente y nada de corazón, como menciona el Dr. John Kotter, profesor de Harvard, autor best-seller, reconocido y premiado líder de opinión en temas de administración y cambio.


Así que, ¿Cómo le hacemos, como líderes, para crear planeación estratégica y liderazgo desde el corazón y no desde la mente?

Evidentemente, para llevar a cabo una planeación exitosa necesitamos ambos: corazón y mente, pero hoy en día se suele dejar la parte del corazón de lado. Nos hemos vuelto muy mecánicos y metódicos, pero podemos empezar a tener un sentido más humano simplemente al plantear y responder las siguientes preguntas: ¿Qué es lo que estamos buscando como equipo? ¿Qué es verdaderamente significativo? ¿Cuál es nuestro valor como equipo, cómo empresa y cuál es el valor que representamos para nuestros clientes y nuestra sociedad?.


Para generar un cambio es necesario enseñarles a nuestros equipos una verdad que toque sus corazones y no solo una montaña de datos e información. Para hacer estos cambios en el core de nuestras empresas, sentir y pensar son sumamente importantes.


Y ¿cómo metemos el corazón ahora que todo se está automatizando y la tecnología es parte de nuestro ADN? En un ecosistema donde la tecnología se ha vuelto un miembro más en la mesa, es sumamente necesario que busquemos sacar a relucir esas habilidades completamente “humanas” porque justo eso es lo que carecemos hoy en día.


Según el Foro Económico Mundial, existe una necesidad en las organizaciones de que los profesionales desarrollen habilidades sociales y emocionales, no sólo para cerrar la brecha laboral actual (los datos indican un déficit masivo continuo de capacidades sociales y emocionales en la fuerza laboral), sino también para que individuos y organizaciones sobrevivan en la Cuarta Revolución Industrial. El centro del argumento es que, además de adaptarse al cambio tecnológico, los líderes necesitan cultivar las habilidades que nos permitirán agregar valor donde las máquinas se quedan cortas.

Generalmente pensamos que esas habilidades sociales y emocionales ya deben de estar presentes dentro de nosotros, porque se debieron desarrollar cuando éramos pequeños y luego durante toda nuestra educación. Pero esto NO es cierto, pues la investigación sugiere todo lo contrario. Según el “Harvard University 's Center on the Developing Child”, las capacidades socioemocionales y no cognitivas son maleables en la edad adulta y se pueden desarrollar con los recursos, el entorno y los incentivos adecuados. Por ejemplo, la psicóloga Angela Duckworth, conocida por su investigación sobre la “determinación/grit” (una combinación de perseverancia y pasión), cree que esta cualidad se puede cultivar independientemente del talento o la inteligencia innata.


Un estudio del MIT probó recientemente esta teoría y encontró que un programa de capacitación de la fuerza laboral de 12 meses enfocado en mejorar la comunicación, la resolución de problemas y la toma de decisiones, el manejo del tiempo y el estrés, la educación financiera, la educación legal y los derechos sociales, y la excelencia en la ejecución impactaron significativamente productividad. El programa entregó un retorno de la inversión (ROI) del 250% dentro de los ocho meses posteriores a la finalización, y gran parte de la ganancia se atribuyó a un salto en la productividad.

En mis años como profesionista y, más que nada, como líder de equipos, he aprendido muchas cosas que considero que son habilidades directivas que todos debemos, por lo menos intentar, para transformar y revolucionar a nuestras organizaciones:


  • Abrir espacios para la vulnerabilidad: Acercarte cada cierto tiempo a los miembros de tu equipo para tener una charla de corazón a corazón, es FUNDAMENTAL. Cada persona dentro de nuestras organizaciones tiene un contexto personal que lleva todos los días a trabajar y cuando nos atrevemos a ir más allá de la plática del pasillo sobre cómo está el clima, podemos entender cuáles son los deseos, necesidades y miedos de nuestros equipos, permitiéndonos liderar efectivamente.


  • Reskilling: Una forma de lograr esto es a través de “opportunity or talent marketplaces”, plataformas que visibilicen y comuniquen a los trabajadores oportunidades definidas para el desarrollo profesional, capacitación, mentoría, participación en proyectos, networking, promoción, diversidad e inclusión. Estos están diseñados para proporcionar a nuestros equipos opciones que combinan sus intereses, pasiones y capacidades vs los negocios actuales, futuros y demandas de proyectos. ¡Sin duda, grandes resultados se logran cuando alineamos las pasiones y re-enfocamos el talento!


  • Storytelling: Estamos hechos de historias y nuestras empresas tienen una propia. Es muy interesante lo que sucede cuando prestamos atención a la forma en que contamos las cosas. ¿Cuántos de nosotros nos sentimos atrapados en reuniones con presentaciones de 80 slides donde tratamos de concentrarnos pero no lo logramos? Estamos en una época donde la sobreinformación es el pan de cada día y aunque pensemos que esto solo sucede en el exterior con las noticias y las redes sociales, también sucede en el interior de nuestras empresas. Saturamos de documentos, datos y juntas, causando que lo importante no se quede grabado, porque nuestros cerebros no saben qué rescatar. Diseñemos cuál será la historia que contaremos, seamos concretos, enganchemos a nuestros oyentes y así lograremos comunicar efectivamente.

Somos afortunados por ser líderes y si estamos aquí es porque nos dieron un voto de confianza. Esa confianza no debe de ser unidireccional, por ende tenemos una gran responsabilidad y obligación para que todos los días seamos merecedores de esta.


Seamos visionarios con el corazón en la mano, innovemos

con sentido humano y llegaremos más lejos de lo que nunca imaginamos.



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