Hace 126 años, en un periodo post-independentista, nació la Bolsa Mexicana de Valores, trascendiendo históricamente, pasando por revoluciones, crisis, guerras mundiales y transformaciones tecnológicas profundas.
Desde su origen siempre tuvo una misión: que las empresas de México tuvieran acceso a los recursos para hacer crecer sus negocios. Si bien es cierto que mantenemos esa misión, a lo largo de los años y de las décadas, la Bolsa Mexicana de Valores se ha transformado en muchos sentidos: en la propia operación, en la innovación de instrumentos, desarrollo de nuevas plataformas e impulsar el mercado de valores a través de la educación financiera.
Tenemos el compromiso de que las empresas mexicanas encuentren en nosotros los productos y servicios para trascender en el tiempo, asegurándose de la institucionalización como el único camino para lograrlo. En la Bolsa Mexicana de Valores sabemos con precisión cuál es el importante papel que jugamos en el crecimiento económico del país, entendemos con claridad cuál es el lugar que tenemos, por todo lo anterior, y por mucho tiempo más, seremos La Bolsa de México.
La mayoría de las personas consideran que la BMV es solo un espacio para inversionistas y para colocar acciones, pero también es una fuente de financiamiento para las empresas. La BMV es una Sociedad Anónima Bursátil que cuenta con concesión de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para facilitar las operaciones bursátiles. Realmente, la BMV funciona como cualquier otro mercado, en el que compradores con excedentes de recursos se encuentran con vendedores que tienen necesidad de dinero. Las modalidades más tradicionales de intercambio son las Acciones y la Deuda, pero también contamos con otros instrumentos que las empresas pueden aprovechar.
En 2009 se crearon los Certificados de Capital de Desarrollo (CKD) destinados a financiar proyectos a largo plazo; en 2011 se conformaron los Fideicomisos de Infraestructura y Bienes Raíces (FIBRA) para impulsar el financiamiento en el sector inmobiliario; y en 2015 nacieron los Fideicomisos de Inversión en Energía e Infraestructura (FIBRA E) para financiar proyectos en el sector energético y de infraestructura; así como los Certificados de Proyecto de Inversión (CERPI), una alternativa a los CKD para que los inversionistas institucionales apoyen diversos proyectos de los sectores productivos. Nuestra tarea es proporcionar la infraestructura necesaria para que la transacción de valores ocurra, impulsando el desarrollo del mercado, su expansión y competitividad.
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