Rompiendo techos, rompiendo barreras
- diseno2598
- 2 sept
- 3 Min. de lectura
POR Santiago Salinas, Director de Relaciones Institucionales y Gobierno, BIVA
El mercado bursátil mexicano está evolucionando. Aunque los retos estructurales siguen ahí, como la baja penetración en la economía o el número limitado de emisoras, también se están abriendo nuevas rutas que pueden cambiar el panorama de fondo. El mercado no está estancado: se está moviendo, adaptando y ampliando.

Uno de los desafíos persistentes ha sido la limitada participación del mercado accionario en relación con el tamaño del PIB. En México, la capitalización bursátil representa apenas el 34% del PIB, un porcentaje muy por debajo de países como Brasil (65%) o Chile (82%) (World Federation of Exchanges, 2023). Pero en lugar de verlo como una desventaja, puede entenderse como una gran oportunidad: hay espacio para crecer, innovar e incluir a más actores.
Esa evolución ya está en marcha. El número de cuentas de inversión ha pasado de menos de 250 mil en 2018 a más de 13 millones en 2025, impulsadas por plataformas digitales, mayor accesibilidad y un nuevo perfil de inversionista más joven, más informado y activo (CNBV, Reporte Anual del Sector Bursátil, 2025).
Del lado de la oferta (empresas que necesitan financiamiento y listan instrumentos en el mercado para ello), uno de los cambios más relevantes llegó con la reforma a la Ley del Mercado de Valores, publicada en el Diario Oficial de la Federación en diciembre de 2023. Esta modificación introdujo las emisiones simplificadas, un nuevo mecanismo que permite a empresas medianas acceder al mercado bursátil mediante procesos más ágiles, con costos reducidos y requisitos adecuados a su tamaño, sin sacrificar transparencia (DOF, Reforma a la LMV, 2023). Se trata de una puerta que durante años estuvo cerrada para muchas empresas y que ahora se está abriendo de manera formal y estructurada.
«Los enemigos mortales del especulador son: la ignorancia, la codicia, el miedo y la esperanza»
– Jesse Lauriston Livermore
Este nuevo marco cobra aún más sentido en el contexto de fortalecer a nuestras empresas locales. Muchas empresas mexicanas que forman parte de las cadenas de suministro globales están viendo crecer la demanda de sus servicios y necesitan acceso a capital para poder escalar. La posibilidad de financiarse mediante el mercado, sin depender únicamente del crédito bancario, puede ser una de las herramientas más poderosas para su crecimiento.
Otro de los ejes que está ganando protagonismo es la sostenibilidad. El mercado de bonos temáticos, verdes, sociales, sustentables y vinculados a la sostenibilidad ha mostrado un crecimiento consistente. Solo en 2024, se listaron en BIVA emisiones ASG (Ambiental, Social y de Gobernanza, ESG en inglés) por más de 20 mil millones de pesos.
Una de las más relevantes fue la colocación del primer bono azul de una institución gubernamental en México y América Latina, emitido por BANXICO (a través de FIRA –Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura– en marzo de 2024). Este instrumento destina recursos a proyectos de conservación de ecosistemas acuáticos y así como otros bonos sostenibles para el desarrollo del sector agropecuario, marcando un precedente en el financiamiento climático. También se emitieron bonos sociales por parte de instituciones como CABEI-BCIE (Banco Centroamericano de Integración Económica) y BANOBRAS, y bonos ligados a sostenibilidad por empresas como GAP (Grupo Aeroportuario del Pacífico) y la viviendera VINTE, que vinculan el costo financiero al cumplimiento de objetivos ambientales o sociales.
Estos instrumentos reflejan no solo el apetito creciente por activos con impacto positivo, sino también la madurez del mercado para estructurarlos, listarlos y operarlos con estándares internacionales. Hoy, invertir en sostenibilidad en México ya no es una aspiración; es una realidad que está creciendo.
Claro que aún hay retos: la liquidez sigue siendo limitada en ciertos segmentos, el número de emisoras activas es bajo en comparación con el potencial del país (130 emisoras con acciones, 245 con deuda colocada y 28 FIBRAS actualmente listadas), y la cultura financiera necesita seguir profundizándose (BIVA, 2025). Pero también hay señales claras de avance: regulación que evoluciona, emisores que innovan, inversionistas que diversifican y tecnología que facilita el acceso.
El mercado bursátil mexicano no solo necesita más emisoras e inversionistas; necesita también confianza, visión de largo plazo y voluntad para construir algo distinto. Con la reforma legal ya vigente y con un mercado ASG que gana relevancia real, se está trazando un nuevo camino. Lo importante ahora es recorrerlo con constancia, colaboración y una mirada clara hacia el futuro.








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