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Re-imaginar a la empresa

POR Guillermo Pérez Castillo


«IMAGINA A TODA LA GENTE VIVIENDO LA VIDA EN PAZ.

TÚ PODRÁS DECIR QUE SOY UN SOÑADOR, PERO NO SOY EL ÚNICO.

DESEO PROFUNDAMENTE QUE ALGÚN DÍA TÚ TAMBIÉN TE SUMES Y EL

MUNDO SERÁ UNA GRAN UNIDAD.»

John Lennon





Imaginar no significa fantasear, imaginar es algo más relacionado con idear e incluso con pensar. De manera específica se entiende imaginar como la creación de imágenes mentales, lo cual se hace a partir de la información que se tiene acerca de aquello sobre lo cual borda o trabaja la imaginación. Y aunque, se trata de un proceso que puede ocurrir de

manera no siempre consciente y voluntaria, es un hecho que podemos hacernos cargo de este proceso y obtener de él mucho provecho.


La imaginación no es algo completamente separado de la realidad, sino que, en gran medida, se basa en elementos que extraemos de ella. Es a través de la capacidad de

combinar y reorganizar estos elementos que podemos crear nuevas ideas y conceptos que no existen en la realidad de manera concreta.


Imaginar significa generar o traer a la mente las distintas ideas –y trabajar con dichas ideas acerca de lo que ha sucedido en el pasado, lo que sucede en el presente y lo que sucederá en el futuro, ya sea aquello que fue determinado por algo ajeno a nuestra voluntad o bien, por aquello en lo que intervenimos directamente. Esta actividad mental humana permite crear y recrear nuevas ideas, solucionar problemas, expresarse creativamente y experimentar emociones y sensaciones que enriquecen el mundo interior de las personas.


El proceso de imaginar desempeña un papel importante en la vida de las personas y de las empresas, ya que les permite crear nuevas ideas, solucionar problemas, anticipar situaciones y tomar las debidas previsiones. Se ha descubierto que nuestras reacciones y nuestras acciones se relacionan mucho más con lo que imaginamos que con lo que sucede objetivamente en la realidad. La imaginación es como un puente que nos vincula con la realidad, ya sea para captarla e interpretarla, así como para plantear una estrategia y llevar a cabo ciertas acciones.


Dirigimos una empresa o trabajamos en una empresa que imaginamos que es de cierta manera, que sirve a determinado propósito, que debe comportarse de un modo en particular. De alguna manera, lo que imaginamos o conceptualizamos acerca de nuestra empresa, determina la manera como nos relacionamos con ella.


Me parece que las empresas pobres tienen que ver con conceptos pobres. Además

de llevar a cabo cambios en asuntos de la realidad, en principio tienen que

llevarse a cabo cambios en la manera como imaginamos a la empresa. Dirigir a la empresa

significa conducirla a un lugar en el que todavía no está, además de llevarla con

seguridad y efectividad a lo largo del trayecto, favoreciendo que el camino resulte gratificante y formativo.


Para algunos puede consistir tan solo en una fuente de ingresos o en un medio de enriquecimiento personal. Para otros puede entenderse como un medio que puede aportar

un gran beneficio a la sociedad y al medio que nos rodea. Para algunos más puede imaginarse como el espacio o la oportunidad para realizarse plenamente, disfrutar y sentirse satisfechos, por poder aplicar ahí nuestro talento y nuestras potencialidades.


Stephen Covey dice que la meta existe dos veces, primero en nuestra mente y luego en la realidad objetiva o externa. Así es como se canalizan nuestras motivaciones, nuestras decisiones y nuestras acciones.


Hoy en día, frente a todos los cambios y los nuevos retos que se están presentando, debemos hacer uso de nuestra imaginación para visualizar nuevos horizontes y alcanzar nuevos mares. Como lo hemos hecho siempre, hoy se requiere de un esfuerzo aún mayor para valernos de la capacidad de imaginar y repensar a la empresa, en sus limitaciones, en sus definiciones y reglas, en sus fines y sus métodos, en nuestra manera de organizarnos y vincularnos con lo que nos rodea.


Podemos imaginar a la empresa que deseamos y que se requiere en nuestro tiempo, para dirigirnos de manera consciente, ordenada y coordinada, a concretar lo que imaginamos. De hecho, así lo hemos hecho siempre, aunque no seamos tan conscientes de ello.

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