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Desarrollo Sustentable para la sociedad

Escrito por: José Alberto Lara Pulido




Prosperidad significa crecimiento económico, inclusivo, sostenible y digno. Si bien no hay una receta ingenieril para el crecimiento económico, en este documento identificamos algunos factores que lo favorecen, los cuales son: mantener el estado de derecho, impulsar la regulación económica efectiva, fortalecer el sistema fiscal y su posterior inversión en bienes públicos y transferencias, y favorecer el emprendimiento a partir de facilitar el hacer negocios y elevar la capacidad de agencia de las personas. Adicionalmente, el crecimiento económico debe tener un carácter sostenible para que asegure la prosperidad futura de la sociedad.


Esto implica el reconocimiento de los daños ambientales y sociales que provocan algunas actividades económicas, y también reconocer los beneficios que otras generan. Este reconocimiento se operacionaliza en un sistema de precios sociales, en los que se corrigen las fallas de mercado y de gobierno por medio de instrumentos económicos y regulatorios, bajo una óptica de minimización de costos sociales. Además, la Prosperidad requiere respetar los principios básicos de justicia, esto es, garantizando a todos los mexicanos un derecho igual a un vector de libertades básicas, mientras que las desigualdades sociales y económicas deben resolverse beneficiando a los más desfavorecidos y asegurando igualdad de oportunidades.


México tiene una posición relativamente favorable en algunas dimensiones de la prosperidad, específicamente en la cobertura de energía eléctrica, en el desempeño logístico de la infraestructura de comercio y transporte, y en el porcentaje reducido de personas en poblaciones urbanas que viven en tugurios. Sin embargo, hay múltiples dimensiones en las que tiene importantes rezagos. Estas son: la falta de eficiencia en el sector energético, la alta dependencia de fuentes de energía basadas en el petróleo, gas y carbón, altos niveles de empleo vulnerable, bajo crecimiento económico, falta de innovación, profunda desigualdad económica y condiciones de vida inadecuadas en entornos urbanos.


Las causas que subyacen a estos problemas son: la presencia arraigada de subsidios ineficientes en la industria, transporte, energía y agricultura, una falta de visión sostenible sobre el aprovechamiento de los recursos naturales, la ausencia de planeación a largo plazo, la falta de competencia económica efectiva, la ausencia de certeza jurídica, la corrupción, y en general la falta de un estado de derecho pleno, la provisión insuficiente y de baja calidad de bienes públicos, la inexistencia de una visión territorial en política pública, y una política de desarrollo territorial y urbana no efectiva. En la medida en que estas causas subyacentes se solucionen, México podrá incrementar su prosperidad.


¿Cómo crecer? Sostenibilidad y dignidad

El crecimiento económico inclusivo será insuficiente para elevar la calidad de la vida de la población si no se realiza en un marco de sostenibilidad.

De acuerdo con (Stiglitz, Sen, & Fitoussi, 2010), los precios de mercado están distorsionados por el hecho de que no existe una compensación por las emisiones de carbono. Estas distorsiones generan que las actividades económicas sean aparentemente más baratas en el corto plazo, a pesar de que en largo plazo implicarán una disminución en la calidad de vida y en el mismo crecimiento económico.


Sin embargo, no solo la falta de reconocimiento de las emisiones de carbono distorsiona los precios, también ocurre lo mismo con otro tipo de contaminantes. Por ejemplo, las emisiones de dióxido de azufre (SO2) provocan la lluvia ácida en combinación con el agua, pues se convierte en ácido sulfúrico. La exposición a esta sustancia genera importantes daños a la salud. En los años noventa, el gobierno estadounidense estableció un programa para limitar estas emisiones. El programa consistió en asignar derechos de emisión a empresas generadoras de estas emisiones, de tal suerte que la suma de los volúmenes de emisiones de estos derechos estuviese por debajo de un límite aceptable. Además, se permitió el comercio de dichos derechos entre empresas. Este mecanismo incentivaba la innovación tecnológica al menor costo posible. Con este mecanismo se logró detener el problema de la lluvia ácida (Stavins, 1998).


Este es un ejemplo de que el reconocimiento del efecto negativo que tiene la actividad económica en términos ambientales no detiene el progreso económico, fomenta la innovación y, a la vez, permite preservar el medio ambiente.


En general, la sostenibilidad implica el reconocimiento de los daños que generan algunas actividades económicas al medio ambiente y a la sociedad. Sin este reconocimiento, se desincentiva la innovación, se degrada el ambiente natural y se generan afectaciones a la salud de las personas. Por el otro lado, también la falta de reconocimiento de los beneficios sociales que generan algunas actividades económicas puede desincentivar algunas actividades deseables. Si no se premian buenos comportamientos, por ejemplo, prácticas agropecuarias sostenibles, entonces se previene la generación de beneficios para la sociedad.


La sostenibilidad implica castigar los males y premiar los bienes. Si en un sistema económico no se realiza este reconocimiento a través de impuestos u otros mecanismos económicos, o incluso regulatorios, los precios estarán distorsionados y, eventualmente, ello se traducirá en la insostenibilidad de la actividad económica.

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