La pasión por los automóviles surgió desde niño gracias al negocio de su padre, un taller familiar de laminado y pintura en Guadalajara.
Xulio Guillén |
Al pasar el tiempo Martín Vaca heredó el lugar y decidió llevarlo hacia nuevos rumbos a través de la ingeniería y la creatividad; pronto se volvió uno de los talleres de conversión automotriz más grandes de México y el mundo, con alteraciones únicas que van desde carrozas fúnebres y Hot Rods, hasta la transformación de una Hummer en piscina ambulante o un Boeing 727 en limusina.
Él y su equipo de Taller Vaca han llegado a sumarse con técnicos e ingenieros certificados en Japón y Europa para realizar proyectos especiales. Su fama ha llegado a tal nivel que Discovery Channel hoy produce una serie en torno a su labor, llamada Mexicanicos.
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Mejores Prácticas: ¿Cómo la ocupación de restaurador se volvió una vocación?
Martín Vaca: El mejor ejemplo fue mi papá. Tenía ochenta y tantos años y diario soñaba, diario pensaba “¡vamos a hacer esto!”. Nunca lo escuché decir “ya me voy a quitar”, “ya le voy a parar”. Así como él, yo tampoco me veo haciendo otra cosa, ni fuera de esto, me hace más daño retirarme que quedarme en el taller luchando, trabajando, armando, apretando. El motor de mi vida será estar aquí.
MP: ¿Cómo ha sido el crecimiento del negocio bajo esta nueva perspectiva de restauración?
MV: El negocio, en su momento, creció mucho con mi papá, pero por circunstancias de la vida, al final sólo quedó un taller. Ese taller prácticamente fue mi herencia y se volvió un compromiso cuidarlo, mantenerlo, tenerlo abierto. Los carros son mi vida y esa fue la apuesta al tomar el mando, crear algo, no sólo restaurar. Algunos piensan que estoy loco cuando se me ocurren ideas, pero así es como ha prosperado el negocio y es lo que hoy nos hace únicos.
MP: ¿Hasta qué punto se convirtió en una encomienda familiar?
MV: Solo al principio, cuando era más joven me obligaban a trabajar. Uno renegaba, pero cuando compré mi primer auto fue cuando yo me enamoré de ellos y quería hacerles algo siempre (quitarles, ponerles). Hoy es una labor que ha inspirado a toda la familia y ya mi hija, incluso, tiene los ojos puestos en la permanencia de la empresa.
MP: ¿Cómo defines el éxito?
MV: Como el boca a boca. Que la gente te recomiende por tu trabajo, por lo que haces, lo que cumples y lo que eres. Este es un trabajo artesanal y hay que esforzarse por hacer lo mejor. Ser honestos e íntegros. Esa es la clave de todo.
MP: ¿Cuáles son las dificultades de comprometerse para desarrollar una idea?
MV: Lo más importante de iniciar un proyecto es terminarlo. Uno de los trabajos que más me han ayudado es el avión limusina, al revisarlo le falta mucho para decir “está muy bien hecho”, pero mi gracia fue finalizarlo con el peso que tenía, aunque sea con un alambre.
Sueño con hacer con un carro casi perfecto, llevarlo a las mejores exposiciones del mundo, aunque me tome más tiempo.
MP: Todos tus trabajos llevan gran nivel de exigencia, ¿qué satisfacción te deja eso?
MV: Mucha. La disciplina y la exigencia me han llevado a muchos lugares. Literal y metafóricamente. De los que más he disfrutado por mi trabajo son Nueva York, Miami y Las Vegas, a este último llegué manejando con una de mis creaciones. Eso es lo más bonito, aunque sea con poquito dinero lograr algo. La gente a veces critica sin saber con cuánto dinero contaba yo en ese entonces.
MP: ¿Este es el legado que dejarás como empresario?
MV: Es un halago que las personas me digan eso, pero también un compromiso, no fallar. Cuando llega un cliente nuevo yo trato de reflexionar lo que me está pidiendo y asumirlo como un trabajo diferente, artesanal, único, algo que requiere una habilidad manual muy particular y eso me ha dado un sello característico con el que se forja este legado.
MP: ¿Cómo visualizas el crecimiento y el futuro de tu negocio?
MV: Creo que por el momento he crecido hasta de más y me parece delicado querer ir más allá sin antes conocer bien estas nuevas circunstancias, con un negocio de esta magnitud y un programa de televisión a nivel internacional. Es muy difícil expandirse de más en un trabajo que se basa en la habilidad manual. Para ello necesito gente que me ayude, tener que capacitarla y que, realmente, se ponga la camiseta. Por ahora es mi hija quien está conmigo de lleno.
MP: ¿Cómo se encuentra el equilibrio entre la relación familiar y laboral en un negocio?
MV: Dicen que soy muy enojón, muy exigente. Con mi hija trato de frenarme un poco para que no resienta eso, pues alguna vez yo lo sentí con mi padre, que llegó a lastimarme por demandarme de más, tenía su forma y su carácter, pero siempre fue todo un profesional. Quisiera verme así, ser inspiración, y pensar que mi hija se siente inspirada por mi labor y quiere ser como yo. Me da gusto que en este ámbito ya la tomen en cuenta, que la gente la quiera; es mi hija, mi sangre. Ha de tener muchas habilidades que yo no, de las cuales no me he dado cuenta pero que sé que abonarán al legado que ensamblamos.
MP: ¿Cuál sería tu consejo para tu hija cuando tome el volante?
MV: Si algún día ella queda al mando deberá cuidar el taller como lo hicimos su abuelo y yo, no que lo crezca, pero que lo cuide. Tener las cosas con mayor control, más ordenadas, más medidas. Ese es el verdadero trabajo.
MP: ¿Has pensado a fondo el tema de sucesión familiar?
MV: No a conciencia, siempre ha surgido en pláticas casuales, pero la idea está ahí. Y mucho es porque, como dije, no me veo en otro lado más que en el taller.
''Toda mi vida, desde que nací, he estado rodeado de autos. Al principio era por juego, luego por vocación. Hoy esto es el motor de mi vida''.
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