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Más equidad, más rentabilidad

POR Sandra Zuluaga, Directora Ejecutiva de Capital Humano en ACTINVER, S.A


A pesar de los profundos avances logrados a lo largo de la historia, la equidad de género todavía está en vías de desarrollo; incluso aparece más como un cliché en los discursos políticos y corporativos, que como una realidad que deviene en la inclusión de la mujer como agente activo en las empresas y la sociedad.



El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que actualmente 27 % de las pérdidas del Producto Interno Bruto (PIB) per cápita global están relacionadas con disparidades de género; y las estadísticas del Banco Mundial registran que 155 países todavía tienen legislaciones que perjudican las oportunidades económicas y laborales de las mujeres.


Por otro lado, el FMI también afirma que las mujeres están sobrerrepresentadas (75 %) en sectores de trabajo no remunerado como alimentación, limpieza, mantenimiento, compras, administración del hogar y cuidados a personas; mientras que en los sectores automotriz, energético y tecnológico están subrepresentadas (37 %). Asimismo, el Informe Global de la Brecha de Género, elaborado por el Foro Económico Mundial, que evalúa la situación social, laboral, económica y política de las mujeres en 144 países, ubica a México en el lugar 66 del ranking.


Es claro que la discriminación por razones género es un dilema profundo, arraigado en nuestra cultura; no podemos quedarnos con los brazos cruzados ante una problemática tan importante. Si queremos que en 2025 (de acuerdo con el FMI), más del 26 % del PIB global se genere por la creciente participación de las mujeres en la economía, necesitamos más liderazgo, dirección y salas de junta más equitativas.


En general, las habilidades que las mujeres aportan al ámbito empresarial son: mayor comunicación y trabajo en equipo. Además, demuestran un gran interés por atender sus responsabilidades familiares, y esto permite que impulsen y promuevan ambientes de trabajo flexibles. Estas características resultan cruciales en el contexto actual de las organizaciones, donde la estructura tiende a ser cada vez menos jerárquica, los organigramas más horizontales, y se fomenta la colaboración y el trabajo en equipo. Además, las aspiraciones profesionales de las mujeres van más allá de lo económico, por lo que su estilo de liderazgo es ideal para empresas con enfoque y políticas de responsabilidad social.


«Empoderarlas lo cambiará todo, más de lo que lo

harán la ciencia y el diseño. Tener mujeres trabajando

juntas, conectadas, informadas y educadas

traerá paz y prosperidad.» -Isabel Allende


Como líderes, es fundamental sumarnos al esfuerzo por garantizar equidad en nuestras organizaciones, misma que permita a las mujeres desempeñarse como madres y realizar exitosamente sus proyectos profesionales. Para lograrlo, primero tenemos que apostar por la educación, pues la preparación adecuada es un factor determinante para consolidar el progreso de cualquier mujer.


Incorporar talento femenino en las empresas contribuye a afrontar con éxito los desafíos del cambiante panorama global, además de desarrollar una sociedad más humana y socialmente responsable. Si todos contribuimos a la igualdad, tardaremos menos tiempo en eliminar los estereotipos de género que han sembrado una cultura de discriminación en nuestra sociedad. México apenas comienza a darse cuenta de esto, por lo que aún hay mucho camino por recorrer.

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